sábado, 30 de enero de 2010

Volver

A todos,
porque seguiréis siempre
en mi memoria.


Volver no es perder el tiempo ni vencerlo. Volver es recordar las situaciones pasadas, los encuentros y desencuentros, las batallas perdidas y las horas ganadas, las noches de vino y rosas y los días de hastío y resaca. Todo eso es volver.

Bajas del coche. Pones un pie en la tierra mientras giras todo el cuerpo, y tu cabeza se inclina para atravesar la puerta hacia el retorno. Al principio nada es lo que parece y todo parece muy lejano ya.

Te quitas las gafas de sol para que la luz queme tus ojos y puedas ver con la memoria. La casa está ahora algo más torcida de cómo tú la recordabas, y la hierba crece salvaje a su alrededor. Las ventanas están rotas, los techos parcialmente derruidos, las puertas son un perfecto coladero para las nuevas ratas…las viejas decidieron marcharse el mismo día en que empezó la agonía del lugar.

Te sorprendes al comprobar que ahora todo es más pequeño que antes, y no eres tú quien ha crecido, no, es el lugar el que ha ido encogiendo progresivamente hasta el punto de dar lástima a cualquier viajero, como si de una antigua reliquia vital se tratara.

Aquel lugar, como tantos otros perdidos en alguna carretera, fue testigo de las risas de una familia y de los amigos de sus miembros; aquel lugar fue testigo de la luz y la melancolía por alguna pérdida irreparable; aquel lugar fue el punto en el que se iniciaron las mayores tragedias y tuvieron lugar las comedias más sublimes; fue aquel bendito lugar el testigo de unas vidas que se consumían lentamente; el testigo amores y desamores; el testigo de lágrimas; el testigo de todo lo una persona puede desear vivir…y ahora no es más que un montón de ruinas rodeado por la alta hierba que lo devora lenta y dolorosamente.

Empieza a soplar el viento del sur, como cada mañana. Ese viento trae tantos recuerdos que tienes que arrodillarte para no ser aplastado por su peso, ese viento es el creador de la gran tragicomedia de tu vida pasada, ese viento es el signo inequívoco de que has vuelto, y el imperturbable símbolo del tiempo que se detiene.

Volver no es perder el tiempo ni vencerlo. Volver es recordar las situaciones pasadas, los encuentros y desencuentros, las batallas perdidas y las horas ganadas, las noches de vino y rosas y los días de hastío y resaca. Todo eso es volver.

Coges el teléfono móvil que llevas en el bolsillo derecho de tus viejos pantalones y revisas la agenda de tus contactos. Sientes la necesidad de llamarlos a todos, de reunirlos una vez más en aquel lugar y llorar juntos la desdicha del tiempo perdido; es necesario que los llames y volváis, como el poeta y su amigo, a aquel anciano lugar al que disteis la espalda una tarde de verano para no volver nunca.

Uno murió, del otro hace siglos que no sabes nada, con tres mantienes el contacto pero viven lejos, otro no podrá llegar a tiempo…todo esto piensas mientras devuelves el teléfono al bolsillo derecho de tus viejos pantalones sin llamar a nadie.

¡Ay, volver no es perder el tiempo ni vencerlo. Volver es recordar las situaciones pasadas, los encuentros y desencuentros, las batallas perdidas y las horas ganadas, las noches de vino y rosas y los días de hastío y resaca. Todo eso es volver!

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